jueves, 15 de marzo de 2012

AUTOBIOGRAFÍA CARLOS ALBERTO CUELLO CEPEDA


APRENDIENDO A LEER, AUTOBIOGRAFÍA DE CARLOS ALBERTO CUELLO CEPEDA

REPETIR, REPETIR Y REPETIR

El subtitulo con el cual empiezo mi autobiografía, se relaciona mucho con mis intenciones iniciales de aprender a leer, ya que jamás podré  olvidar aquellas tardes en las que después de llegar del colegio y tomar el descanso correspondiente, mi mamá insistentemente me llevaba de la mano por el “mundo de las letras” para que practicara mi forma de leer y de percibir las formas del mundo que me rodeaba (afortunadamente hoy en día lo sigue haciendo); en su experiencia como docente de la vieja escuela, ella insistía en que la labor debía estar concentrada en la repetición de oraciones que en la mayoría de los casos no tenían sentido; repetía y repetía sin entender o analizar los contenidos, sin elaborar procesos mentales como los que realizan los loros al imitar la voz humana, sin embargo, ese hecho de repetir significaría el punto de partida en la comprensión de mi pequeño mundo, mi mundo interior y exterior que se fundía en la más absoluta complicidad de mi sentir y de mi ser.

Mi padre por su parte, abogado de profesión y docente de Derecho de la Universidad La Gran Colombia, contaba en su haber con un sin número de códigos y libros propios de su quehacer diario y que conformaban parte de la biblioteca de la casa. En alguna parte de ese mueble de madera había espacio para mi, ese espacio lo conformaba una colección de libros para niños que se llamaba “MIS PRIMEROS CONOCIMIENTOS”; recuerdo la pasta roja y dura y las ilustraciones que hacían volar mi mente y mi imaginación, encontraba algunas de las respuestas a mis inquietudes infantiles y me adentraba a la luz de lo que se podría denominar conocimiento.

Cursaba el grado primero y el texto guía que los curas del colegio Agustiniano de la Candelaria imponían para aprender a leer era el “LIBRO SEGUNDO DE LECTURA” del Señor Alfredo M. Aguayo-que en este momento no se quien es- texto que conservo como recuerdo de mi infancia libre, esa infancia sin ataduras ni preocupaciones y que considero como mi invaluable tesoro. En sus hojas, aunque viejas y amarillas, huella implacable del paso del tiempo, aún leo todavía poemas, cuentos y fábulas como la de Esopo titulada “la cigarra y la hormiga”:

“Mientras duró el verano, la cigarra no dejó de cantar. Llegó el invierno, el pobre bichito sintió hambre y fue a pedir a la hormiga un granito de arroz.
-¿Por qué no guardaste provisiones para el invierno?- le preguntó la hormiga.
-Tenía mucho que hacer. Cantaba y cantaba sin parar un momento.
-¡Hola!-replicó la hormiga-. ¿Con que cantabas? Pues ahora que yo como, ¡ponte a bailar!

Cuando estamos prósperos debemos prepararnos para los malos tiempos.”


LA OBLIGACIÓN

En la secundaria, el acto fantástico de la lectura se transformó en la tarea impuesta por currículos que no tenían en cuenta las necesidades reales de la juventudes, esa juventud que se ve afectada por las influencias de la vida, los primeros amores, el encuentro con la sociedad, el conocer la vida; tantos hechos a la vez hicieron que la lectura fuera remplazada en su esencia intelectual y se viera como un acto meramente académico.

Finalizando esa etapa de mi vida, tuve el placer de conocer a través del currículo impuesto a nuestro único premio Nobel, al genial Gabriel García Márquez y su “Realismo mágico” mediante la obra “CIEN AÑOS DE SOLEDAD” y las múltiples interpretaciones que le pudimos dar al mensaje y a la intención del autor. En ese momento comprendí que tenía juicio propio y que podía escoger y decantar lo que leía.

EL MUNDO REAL

Al enfrentar la vida y su afán, se me olvidó la importancia de la lectura, pudo ser por las múltiples ocupaciones (empleo, universidad, familia, más todas las excusas posibles) o simplemente por el hecho de limitarla a su uso cotidiano. Perdí años valiosos de placer cultural y literario, que equivocado estaba, me doy cuenta que tenia y tengo todo por aprender; leer un texto, comprenderlo y plasmar las ideas que sobre él se tienen en un papel o en una pantalla no es tarea fácil, es algo a lo que me he venido enfrentando toda la vida y sobre todo desde el inicio de esta carrera.



Ahora, la caja de Pandora se abrió de nuevo y empiezo la construcción de un nuevo camino, el camino de la lectura, esa lectura que debe ser objetiva, placentera y sobre todo enriquecedora y que de una u otra forma será el medio para llegar a mis futuros estudiantes con el fin de dejarles algo valioso, algo que solo se puede hallar leyendo y es sencillamente la posibilidad de soñar.

1 comentario:

  1. Carlos para seguir por esos caminos de la posibilidad de soñar mirate este blog


    http://flautitaybaguette.blogspot.com

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